Sin duda un invento que revlouciono la tecnología en la cocina y que nos ha sacado de más de un apuro en diversas ocaciones, pero alguna vez te has preguntado como es que funciona el horno microondas, ¿Cómo es que calienta nuestros alimentos en cuestion de un par de minutos, inclusive algunos segundos?, bien pues te dejo esta pequeña información que creo que no deberías de dejar pasar por alto, esta información pertenece a un informe elaborado por el Dr. Patrick Quanten sobre el problemático y omnipresente horno de microondas.
En un mundo en que el tiempo es dinero, así nos dicen, y es una
obligación la gratificación inmediata de los deseos, el horno microondas
es sencillamente una especie de regalo de Dios. Sin embargo, vale la
pena recordar que es, de hecho, un regalo humano, que implora por la
pregunta ¿qué hemos hecho para merecer un regalo tan celestial?
Dado que los hornos microondas son tan fáciles de usar y un
dispositivo tan ahorrador de energía, comparado con los hornos
convencionales, casi no hay hogar ni restaurante que no lo tenga. En
general, la gente quiere creer que el horno microondas no tiene un
efecto negativo sobre la comida o el consumidor de la comida.
Enfrentémoslo, si los hornos microondas fueran realmente dañinos para
nuestra salud ¿permitiría el gobierno que se vendan? Seguramente que no.
¿Cómo funcionan los hornos microondas? Las microondas son una forma
de energía electromagnética, como las ondas de luz o de la radio. Las
ondas son ondas muy cortas “micro” de energía electromagnética que
viajan a la velocidad de 186.282 millas por segundo. Las microondas se
usan para los teléfonos celulares, las señales satelitales, las
comunicaciones militares y aeronáuticas (todas éstas son causas
conocidas de enfermedad por radiación si usted vive por casualidad en un
punto de resonancia de estas ondas).
Las microondas, según nos dicen en su defensa, son un fenómeno
natural ya que pueden encontrarse en la naturaleza. ¡Entonces no pueden
ser malas para nosotros! Y tienen razón: ocurren de manera natural. Las
microondas se producen de manera natural en casi todas partes del mundo,
desde la tierra hasta el sol. La diferencia, sin embargo, es ésta: las
microondas del sol están basadas en los principios de pulsos de
corriente continua (DC) que no crean calor por fricción; los hornos
microondas usan corriente alterna (AC) creando calor por fricción. Un
horno microondas produce una longitud de onda de energía en picos, donde
toda la potencia va dentro de solamente una estrecha banda de
frecuencia del espectro de energía. La energía solar opera en una
frecuencia de energía amplia.
Dicho en otros términos, la radiación producida por el horno
microondas tiene solamente una frecuencia, mientras que la energía solar
cubre todo un espectro. Las frecuencias de energía son importantes
porque el patrón de resonancia armado por su interacción puede ser
estrecho o amplio. Si el espectro es muy estrecho, se incrementa el
poder de resonancia; si el espectro es más amplio, entonces el efecto de
resonancia se expande y el intercambio de energía es parejo.
Todo horno microondas contiene un magnetrón, un tubo en donde los
electrones son afectados por los campos magnéticos y eléctricos de modo
tal que producen una micro radiación de longitud de onda de alrededor de
2450 Mega Hertz (MHz) o 245 Giga Hertz (GHz). La radiación de
microondas interactúa con la frecuencia oscilante de las moléculas de
los alimentos. Toda energía de ondas cambia la polaridad de positiva a
negativa con cada ciclo de la onda. En las microondas, estos cambios de
polaridad ocurren millones de veces por segundo. Todas las moléculas de
cualquier tipo de tejido, incluyendo nuestro alimento, están construidas
sobre campos electromagnéticos. Éstos son seriamente turbados
cuando la polaridad de las moléculas cambia de positivo a negativo unas
2.450.000.000 de veces por segundo. Es esta fricción la que crea calor
en la comida. ¡Así es cómo se puede calentar la materia en pocos segundos!
En los modelos comerciales, el horno tiene una potencia de entrada de
alrededor de 1000 vatios de corriente alterna. A medida que estas
microondas generadas por el magnetrón bombardean la comida, hacen rotar
las moléculas polares a la misma frecuencia muchas millones de veces por
segundo. Esta agitación molecular crea fricción, que calienta la
comida. La fricción rasga las moléculas de alrededor provocando un daño
sustancial y por último deformándolas. El nombre científico para esta
deformación es “isomerismo estructural”.
Quizás ya haya advertido que las comidas calentadas en el
microondas están mucho más calientes en la parte de adentro que afuera. ¡Ahora
sabe por qué! El punto central hacia donde se dirigen los tubos del
magnetrón yace a pocos centímetros arriba de la placa giratoria y ese es
el lugar donde se lleva a cabo la resonancia más poderosa. Ese es el
lugar donde se crea el mayor calor dentro de los tejidos.
Deberá estar claro ya que el “calentar” a través de la radiación de un horno microondas cambia la sustancia de lo que se calienta.
Quizás también resulte ya obvio que las personas que prepararan la
comida en un horno microondas consumen estas sustancias “desconocidas”, o
por lo menos una sustancia cuya frecuencia natural fue turbada. Estos
no son más que productos tóxicos para el sistema.
Si todo esto tiene mal aspecto, bien podríamos preguntarnos por qué
el horno microondas llegó a ver la luz del día. ¿Quién inventó esto y
por qué? El ejército alemán desarrolló originalmente los hornos de
cocción microondas “radioemisoras”, para el uso en sus operaciones de
apoyo móvil para la invasión de Rusia. Al poder usar equipamiento
electrónico para la preparación de las comidas a escala masiva,
eliminaban el problema logístico de los combustibles para cocinar,
además de la conveniencia de producir productos comestibles en un tiempo
muy reducido.
Después de la guerra, los aliados descubrieron las investigaciones
médicas realizadas por los alemanes sobre los hornos microondas. Estos
documentos, junto con algunos hornos microondas en funcionamiento,
fueron transferidos al Departamento de Guerra de los EE.UU. y
clasificados para “investigación científica ulterior”. Los rusos también
habían recuperado algunos hornos microondas y llevaron a cabo
investigaciones exhaustivas sobre los efectos biológicos. Como resultado
de los mismos, su uso fue prohibido en la Unión Soviética. Los
soviéticos emitieron una advertencia internacional sobre los peligros
para la salud de los hornos microondas y de los dispositivos
electrónicos de frecuencia similar, tanto biológicos como ambientales.
Otros científicos de Europa oriental informaron también acerca de los
efectos dañinos de la radiación de las microondas y establecieron
estrictos límites medioambientales para su uso. Estos son acatados en lo
que respecta a las telecomunicaciones, en relación a la notificación de
los denominados “puntos calientes” de patrones inexplicables de
enfermedad. Como resultado se cambia levemente el ángulo de las antenas
parabólicas de comunicación y las enfermedades misteriosas desaparecen.
Los EE.UU. no han aceptado los informes europeos acerca de los efectos
dañinos, aún cuando el EPA estima en el país se están incrementando las
fuentes de radiación de microondas y frecuencias de radio en un 15%
anual.
Lo que sigue es un resumen de las investigaciones rusas publicado por
el Atlantis Raising Educational Center de Portland, Oregon. Se formaron carcinógenos (sustancias que pueden producir cáncer) en prácticamente todas las comidas examinadas.
Ninguna comida de prueba estuvo sujeta a más microondas que las
necesarias para cumplir el propósito, es decir, cocinar, descongelar o
calentar a fin de asegurar la ingesta sanitaria. A continuación damos un
resumen de algunos de los resultados:
- El preparar carnes
en el microondas, lo suficiente como para asegurar la ingesta
sanitaria, provocó la formación de, un conocido carcinógeno
(d-Nitrosodientanolamina).
- El preparar en microondas leche y cereales, convirtió algunos de sus aminoácidos en carcinógenos.
- El descongelar frutas convertía sus fracciones conteniendo glucósidos y galactósidos, en sustancias cancerígenas.
- La exposición extremadamente corta de verduras crudas, cocidas o congeladas, convirtió sus alcaloides vegetales en carcinógenos.
- Se formaron radicales libres carcinógenos en las plantas preparadas en el microondas, especialmente las verduras de raíz.
Quizás sea el momento de mostrarle algo de la evidencia científica
hasta la fecha, a fin de que usted pueda decidir acerca del horno
microondas. O quizás la información nueva le pueda confundir aún más.
Pero la verdad sigue intacta.
Los hechos y la ciencia
Se han hecho públicas una cantidad de advertencias, pero apenas se
les ha dado atención. Por ejemplo, Young Families, el Servicio de
extensión de Minnesota, de la Universidad de Minnesota, publicó lo
siguiente en 1989: “El calentar el biberón en un
microondas provoca cambios en la leche, una pérdida de vitaminas, y se
podrán destruir las propiedades. El calentar el biberón sosteniéndolo
bajo la canilla podrá tardar unos minutos más pero es mucho más seguro.”
La Dra. Lita Lee de Hawai informó en The Lancet en diciembre de 1989:
“El pasar por el microondas las fórmulas para bebés convirtió a
determinados aminoácidos en sintéticos (cis-isómeros no biológicamente
activos). Además, uno de los aminoácidos convertidos es conocido como
una neurotoxina (venenoso para el sistema nervioso) y una nefrotoxina
(venenoso para los riñones). Como si no fuese suficientemente malo que
no se amamante a muchos bebés, ahora se les alimenta con leche simulada
(fórmula para bebés) que se vuelve aún más tóxica a través del
microondas.”
En el libro de la Dra. Lita Lee, Health Effects of Microwave
Radiation-Microwave Ovens (Los efectos en la salud de la radiación de
las microondas-hornos microondas), y en las ediciones de marzo y
septiembre de 1991 de Earthletter, ella afirmó que todo horno
microondas pierde radiación electromagnética, daña la comida, y
convierte a las sustancias cocinadas en ellos en peligrosos productos
órgano-tóxicos y carcinógenos. Las investigaciones ulteriores
resumidas en este artículo revelan que los hornos microondas son mucho
más dañinos de lo que se imaginaba anteriormente.
En Comparative Study of Food Prepared Conventionally and in the
Microwave Oven (Estudio comparativo de la comida preparada de modo
convencional y en el horno microondas), publicado por Raum & Zelt en
1992, declara: “Un estudio de corto plazo halló cambios significativos y
preocupantes en la sangre de los individuos que consumían leche y
verduras del microondas. Disminuían los niveles de hemoglobina y sobre
todo aumentaban los niveles de los glóbulos blancos y el colesterol.”
Investigadores rusos informaron también sobre una marcada aceleración
de degradación estructural que lleva a un valor alimenticio reducido en
60 a 90% de todos los alimentos examinados.
- Anulada la
bio-disponibilidad del complejo vitamínico B, vitamina C, vitamina E,
minerales esenciales y factores lipotrópicos en todos los alimentos
examinados.
- Varios tipos de daño a muchas sustancias vegetales, tales como alcaloides, glucósidos, galactósidos y nitrilósidos.
El estudio clínico suizo
El Dr. Hans Ulrich Hertel y el Dr. Bernard H. Blanco del Instituto
Federal Suizo de Tecnología y el Instituto de Bioquímica de la
Universidad de Lausanne, publicaron un trabajo señalando que la comida
cocinada en los hornos microondas podría plantear un riesgo mayor para
la salud que la comida cocinada por los medios convencionales. Apareció
también un artículo en la edición 19 del Journal Franz Weber en donde se
declaró que el consumo de comida cocinada en hornos microondas tenía
efectos cancerígenos sobre la sangre.
El Dr. Hertel fue el primer científico que concibió y realizó un
estudio clínico de calidad sobre los efectos que tienen los nutrientes
pasados por el microondas en la sangre y la fisiología del cuerpo
humano. Su pequeño, pero bien controlado, estudio mostró la fuerza
degenerativa producida por los hornos microondas. La conclusión
científica demostró que al cocinar con microondas cambiaron los
nutrientes de los alimentos, y ocurrieron cambios en la sangre de los
participantes que podían provocar el deterioro del sistema humano.
A intervalos de dos a cinco días, los voluntarios del estudio
recibieron una de las siguientes variantes alimenticias con el estómago
vacío: leche cruda; la misma leche cocinada de modo convencional; leche
pasteurizada; las mismas leches crudas cocinadas en horno microondas;
verduras de una granja orgánica; las mismas verduras cocinadas de modo
convencional; las mismas verduras congeladas y descongeladas en un horno
microondas; y las mismas verduras cocinadas en un horno microondas. Una
vez aislados los voluntarios, se les extrajo muestras de sangre
inmediatamente antes de comer. Luego, se les extrajo muestras de sangre a
intervalos determinados después de comer los preparados anteriores de
leche y de verduras.
Se descubrieron cambios significativos en las muestras de sangre de
los intervalos que siguieron a los alimentos cocinados en el horno
microondas. Los linfocitos (células blancas) mostraron una disminución
más clara a corto plazo siguiendo a la ingesta de los alimentos
preparados en microondas que después de la ingesta de todas las demás
variantes. Los indicadores señalaron hacia la degeneración. Esto llevó
al Dr. Hertel a la conclusión de que dichas energías derivadas
técnicamente podrían, en verdad, ser pasadas al hombre mediante el comer
alimentos preparados con el microondas.
Según el Dr. Hertel, “la leucocitosis, que no puede ser explicada por
las desviaciones diarias normales, es tomada muy en serio por los
hematólogos. Los leucocitos son a menudo señales de efectos patógenos
sobre el sistema vivo, tales como envenenamiento y daño celular.
Pareciera que los aumentos marcados fueron causados totalmente por
ingerir las sustancias preparadas con el microondas.”
“Existe una extensa literatura científica referida a los efectos
peligrosos de la radiación directa de las microondas sobre los sistemas
vivos. Es sorprendente, por lo tanto, darse cuenta del poco esfuerzo que
se ha hecho por reemplazar esta técnica perjudicial de microondas por
tecnología más acorde con la naturaleza. No existe ningún átomo,
molécula o célula de ningún sistema orgánico capaz de resistir un poder
tan violento y destructivo por cualquier período de tiempo, ni siquiera en la escala baja de energía de milivatios.”
Las mismas deformaciones violentas que ocurren en nuestros cuerpos,
cuando estamos expuestos de manera directa a las ondas de radar o las
microondas, también ocurren en las moléculas de los alimentos cocinados
en un horno microondas. Esta radiación tiene por resultado la
destrucción y deformación de las moléculas de los alimentos. El pasar
por microondas también crea nuevos compuestos, denominados compuestos
radiolíticos, que son fusiones desconocidas que no se encuentran en la
naturaleza. Los compuestos radiolíticos son creados por la
descomposición molecular, deterioro resultado directo de la radiación.
Los fabricantes de los hornos microondas insisten que los alimentos
preparados con microondas y los alimentos irradiados no tienen
compuestos radiolíticos significativamente más elevados que los
alimentos hervidos, horneados y demás alimentos cocinados de modo
convencional. La evidencia clínica científica presentada aquí ha
demostrado que esto es sencillamente una mentira. En EEUU ni las
universidades ni el gobierno federal han conducido pruebas con respecto a
los efectos sobre nuestros cuerpos de comer alimentos preparados con
microondas. ¿No es extraño eso? Están más interesados en los estudios
sobre lo que ocurre si no cierra bien la puerta de un horno microondas.
Una vez más, el sentido común nos dice que su atención debería centrarse
en lo que ocurre con los alimentos cocinados adentro de un horno
microondas. Dado que la gente ingiere esta comida alterada ¿no tendría
que haber interés por cómo las mismas moléculas deterioradas afectarán
nuestra propia estructura celular biológica humana?
Se descubre la enfermedad del microondas
Los rusos hicieron investigaciones sobre miles de trabajadores que
habían sido expuestos a microondas durante el desarrollo del radar en
los años de 1950. Sus investigaciones demostraron problemas de salud tan
graves que los rusos establecieron límites muy estrictos de exposición
para los trabajadores y para los civiles.
En el libro de Robert O. Becker, The Body Electric, él describió las
investigaciones rusas sobre los efectos de la radiación de microondas en
la salud, que ellos denominaron “enfermedad de microondas”. En la
página 314, Becker declara: “Sus [enfermedad de microondas]
primeros signos son la presión sanguínea baja y pulso lento. Las
manifestaciones posteriores y más comunes son la excitación crónica del
sistema nervioso simpático [síndrome de estrés] y la presión sanguínea
alta. Esta fase también incluye a menudo dolor de cabeza, mareo, dolor
de ojos, insomnio, irritabilidad, ansiedad, dolor de estómago, tensión
nerviosa, incapacidad para concentrarse, pérdida del cabello, además de
una mayor incidencia de apendicitis, cataratas, problemas de
reproducción, y cáncer. Los síntomas crónicos son seguidos por crisis de
agotamiento suprarrenal y dolencia cardíaca isquémica [el bloqueo de
las arterias coronarias y ataques cardíacos].”
Según la Dra. Lee, los cambios se observan en la composición química
de la sangre y los índices de ciertas enfermedades entre los
consumidores de las comidas de microondas. Los síntomas anteriores
pueden provocarse fácilmente por las observaciones que se dan a
continuación. Lo que sigue es una muestra de estos cambios:
- Se observaron desórdenes linfáticos, que llevaron a la capacidad reducida de prevenir determinados tipos de cánceres.
- Se observó en la sangre un porcentaje más elevado de formación de células cancerígenas.
- Se observaron porcentajes más elevados de cáncer de estómago y del intestino.
- Se observaron porcentajes más elevados de desórdenes digestivos y un paulatino colapso de los sistemas de eliminación.
- Se han observado un mayor grado de problemas gastro-intestinales así
como un colapso paulatino de los sistemas de eliminación.
Conclusiones de la ciencia forense
A esta altura deberá estar claro que no es para nada aconsejable el
uso de los aparatos de microondas y con la decisión del gobierno
soviético de 1976, la opinión científica actual en muchos países con
respecto al uso de dichos aparatos queda claramente evidenciado. Debido
al problema de la residualización y ligamento magnético al azar dentro
de los sistemas biológicos del cuerpo (Categoría III: 9), que puede en
última instancia afectar a los sistemas neurológicos, principalmente el
cerebro y los neuroplexos (centros nerviosos), puede resultar la
despolarización a la largo plazo de los circuitos neuro-eléctricos de
los tejidos. Dado que estos efectos pueden provocar daño virtualmente
irreversible a la integridad neurológica de los diversos componentes del
sistema nervioso, (I.R. Luria, Novosibirk 1975a), la ingesta de alimentos que han pasado por el microondas está claramente contraindicada en todo aspecto.
El efecto residual magnético de los mismos puede volver a los
componentes receptores siconeurales del cerebro más sujetos a ser
influidos sicológicamente por campos radiales de microondas inducidos
artificialmente provenientes de las estaciones de transmisión, redes de
TV, y los teléfonos celulares.
La posibilidad teórica de influencia sico-telemétrica (la capacidad
de afectar a la conducta humana mediante señales de radio trasmitidas a
frecuencias controladas) fue sugerida por las investigaciones
neuro-sicológicas soviéticas en Uralyera y Novosibirsk (Luria y Perov,
1974a, 1975c, 1976a), que pueden provocar el acatamiento involuntario
subliminal sicológico de un campo energético a los aparatos operativos
de microondas.
A partir de las conclusiones de los estudios científicos clínicos
suizos, rusos, y alemanes, ya no podemos ignorar al horno microondas que
se encuentra en nuestras cocinas. Basados en estas investigaciones,
concluiremos lo siguiente:
1) El comer continuamente alimentos procesados de un horno microondas, provoca daño cerebral permanente de largo plazo, por el acortamiento de los impulsos eléctricos en el cerebro [despolarizando/desmagnetizando el cerebro].
2) Los seres humanos no pueden metabolizar los productos secundarios desconocidos creados por las comidas del microondas.
3) La producción hormonal masculina y femenina se detiene o se altera al comer comidas de microondas.
4) Los efectos de las comidas de microondas son residuales [a largo plazo es permanente] dentro del cuerpo humano.
5) Los minerales, las vitaminas y los nutrientes de todas las comidas de microondas se encuentran reducidas o alteradas,
por lo cual el cuerpo humano recibe poco o ningún beneficio. El cuerpo
mismo no puede absorber estos compuestos o descomponerlos.
6) Los minerales de las verduras se transforman en radicales libres cancerígenos en los hornos microondas.
7) Las comidas preparadas en microondas provocan tumores estomacales e intestinales. Esto puede explicar el porcentaje rápidamente incrementado del cáncer de colon.
8) El comer por un tiempo prolongado comidas preparadas en microondas
provoca el aumento de las células cancerígenas en la sangre humana.
9) La ingesta continua de alimentos de microondas provoca deficiencias del sistema inmunológico a través de las alteraciones de las glándulas linfáticas y el suero sanguíneo.
10) El
comer alimentos de microondas provoca pérdida de memoria,
concentración, inestabilidad emocional, y una disminución de la
inteligencia.
El uso de las trasmisiones de microondas artificiales para el control
sicológico subliminal, a.k.a. “lavado de cerebro”, también fue
comprobado. Documentos de las investigaciones rusas de 1970 y los
resultados registrados por los Dres. Luria y Perov con las
especificaciones de sus experimentos clínicos en esta área comprueban
esto con claridad. Incluso acontecimientos recientes en Palestina nos
han pintado un cuadro acerca de cómo el asalto de microondas sobre una
muchedumbre, en este caso una reunión de protesta contra el gobierno
israelí, puede ser despachado sin que se dispare una sola bala o se dé
un solo golpe físico. Es el ejemplo más llamativo hasta la fecha de cómo
un gobierno usa las señales electromagnéticas para influenciar la
función cerebral de una masa de seres humanos. A una escala menor, estas
técnicas han sido desplegadas durante mucho tiempo en las prisiones y
los centros de detención.